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viernes, 6 de junio de 2014

MONARQUÍA, REPÚBLICA Y DEMOCRACIA (1)

Finalmente, después de varios años de rumores el rey ha decidido abdicar. A pesar de haberlo negado por activa y por pasiva, Juan Carlos I ha renunciado al trono de manera repentina, sin que nadie lo esperara. Pero ¿es la mejor decisión? ¿el momento adecuado? ¿qué la ha motivado? ¿qué consecuencias puede tener?. No cabe duda de que es un momento histórico, como tampoco la hay de que los españoles, y muy especialmente nuestros políticos no vamos a estar a la altura. Conste, dicho sea por si acaso, que la cuestión central no es si políticos y ciudadanos tienen derecho a exigir un referendum sobre la forma del Estado, yo mismo soy republicano, pues considero que es la única forma racional de organizar un Estado, sino los términos que se utilizan, los argumentos y los medios que se proponen para ello. Nuestra cultura política nunca ha sido para tirar cohetes pero la crisis (y otras cosas), no han hecho sino empeorarlo. A lo largo de varios posts voy a intentar clarificar algunas cuestiones y exponer mis propias opiniones al respecto.

Discurso de abdicación

Pero vayamos por partes. En primer lugar, veamos lo que rodea a la abdicación, teniendo en cuenta que el objetivo de este acto político, como el de cualquier otro realizado por una institución, es fundamentalmente perpetuarse, (el harakiri de las cortes franquistas y otros similares son excepciones). Es decir vamos a examinar los hechos considerando, al menos de momento, que la institución debe sobrevivir.

Desde ese punto de vista la abdicación de Su Majestad era necesaria, imprescindible incluso, por múltiples motivos. En primer lugar porque el apoyo a la institución está extraordinariamente concentrado en la persona del monarca, los famosos juancarlistas, y la propia institución carece de medios (tradiciones, procedimientos, antigüedad etc.) para aumentar ese apoyo y concentrarlo en la Corona, al margen de quien sea su titular. No es posible que una institución con una base tan sentimental (y por tanto irracional) como la monarquía se sustente únicamente en el papel del rey en el 23-F. No es suficiente. Requiere pompa, boato, tradiciones antiguas, no se puede construir una institución tan antigua como la monarquía, con comportamiento campechano. Si el rey no es diferente de los demás no se puede "justificar" que se le trate de forma diferente. En este sentido era imprescindible la abdicación pues permitiría asentarse a Felipe VI contando con el popularidad y el apoyo recibido por Juan Carlos I.

Observen las diferencias

Ahora bien, ¿por qué ahora? ¿es el mejor momento? Respecto al primer punto creo que hay cinco razones básicas:
  1. El rey está muy mal de salud, es evidente, en los últimos dos años se ha producido un increíble deterioro físico, cada vez con más frecuencia el rey no puede cumplir con sus obligaciones.
  2. 2015 es año de elecciones municipales, autonómicas y, sobre todo, Generales, el Rey no debe abdicar antes de unas elecciones pues, indudablemente perturbaría su desarrollo, en qué sentido no está claro, pero que las perturbaría, eso desde luego. Es decir, o abdicaba ahora o esperaba a 2016.
  3. Los malos resultados del PSOE que han provocado la retirada de Rubalcaba, su sucesor/a no pertenecerá a la generación de la transición, y en cambio estará muy influenciado por el adanismo de Rodríguez Zapatero, por lo que es posible que aumente la deriva republicana del partido (siempre presente pero controlada por el pactismo de la Transición)
  4. En relación con el punto anterior, el innegable éxito electoral de la extrema izquierda (que analizaremos otro día) su republicanismo marcadamente demagógico, probablemente provocara que el PSOE se escore más hacia esa posición, todo sea por no quedar retratado como el apoyo del PP.
  5. La posibilidad de que en los próximos días el juez Castro decida finalizar la instrucción del caso Nóos e imputar definitivamente a la Infanta Cristina.
Por lo tanto razones no faltan para abdicar, sin embargo, en mi opinión, hacerlo ahora es el último error del Rey, el último flaco favor que le hace a la institución y, sobre todo, al país, ¿por qué? En primer lugar porque la popularidad del rey está bajo mínimos y su mala actuación durante los últimos años ha contaminado la percepción que los ciudadanos tienen de la institución. Esos errores, combinados con el contexto socioeconómico y político español, han provocado que la monarquía sea vista no como un punto de encuentro, un referente político etc. sino como una institución anacrónica (lo cual es cierto) basada en privilegios (lo mismo), corrupta (ejem) heredada del franquismo (en parte también) inútil (esto ya no es cierto) y sobre todo cara (que tampoco).

En segundo lugar, los problemas que más gravemente han dañado a la monarquía, concretamente los judiciales de Iñaki y Cristina, no se han resuelto aún, todo lo contrario, se acercan a un clímax, es decir, que Felipe VI se encontrará al principio de su reinado con un marrón que no ha buscado y en el que en principio no ha tenido ni arte ni parte.

Por lo tanto, en mi opinión, no es el momento adecuado, todo lo contrario, la abdicación hubiese sido lógica hace años, o después de que acabara el proceso judicial contra Cristina (y si de paso también ha acabado la crisis mejor), hacerlo ahora carece de ventajas y tiene en cambio muchísimos inconvenientes. Como decía San Ignacio de Loyola "en tiempos de tribulación no hacer mudanza".

Además hay que añadir un detalle importante y es que la mudanza ha sido improvisada y llevada a cabo de forma descuidada. Si como afirman la decisión se tomó en enero han tenido tiempo para llevar a cabo los preparativos necesarios, incluso, para aprobar la Ley de la Corona que está prevista en nuestra Constitución y que en 36 años ningún gobierno ha intentado siquiera aprobar.

Por último, y volviendo a la cuestión de la pompa, la necesidad de que se perciba la monarquía como algo transcendente (si se pretende que dure claro) quiero resaltar tres detalles curiosos:

  1. El anuncio por parte de Rajoy, inadecuado como poco. La abdicación debería haber sido anunciada por el monarca, y en prime-time. Convertir la abdicación en un tramite sin importancia no ayuda a la perpetuación de la monarquía.
  2. El propio mensaje del Rey, torpe (aunque me temo que el Rey ya no da para más) deslavazado sin utilizar un entorno adecuado. Como escribiera Ussía solo le ha faltado el chandal. Era el discurso más importante del Rey desde hace años, debería haber sido cuidado y preparado con mimo. Por el contrario ha dado la impresión de ser cuestión de todos los días
  3. La propia ley orgánica, en dos lineas, vale que no había mucho más que decir, pero se podría haber dicho mejor. Fernando VII mentía en sus leyes con mucho más estilo, "marchemos todos, y yo el primero, por la senda constitucional" etc. insisto, es un acontecimiento histórico, los detalles hay que currarselos.
En el próximo post hablaremos de las reacciones políticas y populares.

"Pompa y Circunstancia" de Elgar, un ejemplo de lo indicado, sobre todo desde el minuto 1:48

viernes, 4 de abril de 2014

EL 23-F Y EL REY

Una de las cosas en la que la mayoría de nosotros estaremos de acuerdo es que el 23-F fue uno de los sucesos más chuscos y cutres de nuestra historia. Por si no fuera suficiente un golpe de estado en la Europa de los años ochenta, ni siquiera fue un golpe medianamente organizado.

Debo reconocer que cada vez que veo estas imágenes me impresiona más el valor del General Gutiérrez Mellado enfrentándose a pecho descubierto contra hombres armados. Y resistiéndose a caer cuando Tejero le zancadilleó, no es mal símbolo para un país ¿no creen?

Por supuesto que los que lo vivieron, especialmente  quienes tenían una militancia de izquierdas, y sobre todo, quienes lo vivieron en el Congreso (para qué hablar de aquellos que como el periodista Antonio Pérez Henares combinaban ambas características) pasaron miedo, es lógico y razonable, y no pretendo menospreciarlo, mi interés va más por el hecho en sí, y por su origen y desarrollo.

Porque convendrán conmigo que pretender dar un golpe de estado (en un país de medio millón de kilómetros cuadrados y 38 millones de habitantes) con un par de autobuses llenos de guardias civiles, no es demasiado serio. Que es inconcebible que no se hubieran asegurado el control de la división Brunete, una daga apuntando al corazón de Madrid, que tardaran en controlar los medios de comunicación, que no se cortara el tráfico y la telefonía. O que la única Capitanía General que les secundaba fuera la de Valencia. En resumen, que no se pudo organizar peor, ni de manera más cutre. Vamos, que el Golpe de Estado era la esperpéntica salida de pata de banco de un guardia civil y un puñado de militares que no sabían en que mundo vivían. (No se crean que es un problema español, la Operación Valquiria no es que se organizara mucho mejor).
Portada del libro de Pilar Urbano
La historia es tan absurda que la explicación oficial no resulta convicente, no es suficiente. Es una explicación adecuada para algo más serio. Si a eso añadimos el papel del CESID, la implicación de Armada (el general más cercano al Rey) o las reuniones que éste mantuviera con políticos de todo signo como el socialista Enrique Múgica, es compresible que necesitemos más explicaciones.

Una de las más conocidas, y que explica la mayor parte de los hechos, es la de que el CESID colaboró en el golpe y el propio Suárez se apresuró a dimitir, para asegurarse de que el golpe se produjera en aquel momento, cuando aún no tenía suficiente apoyo, ni estaba lo bastante bien planificado para triunfar. Es una idea, aunque insisto en que no lo explica todo, por ejemplo el papel de Armada. 

Ayer se públicó, tras una jugosa entrevista publicada el domingo en El Mundo un libro, publicado por Pilar Urbano en la que afirma que el Rey organizó la operación Armada. Un inciso, a pesar de lo que se ha publicado, según afirma la autora en la entrevista (el libro aún no lo he leído aunque lo haré) el golpe habría sido una consecuencia no deseada de la Operación Armada, que para ese entonces ya había sido abandonada en favor del nombramiento de Calvo-Sotelo. La historia contada por Urbano tiene verosimilitud, y es cierto que explica varios aspectos de lo sucedido, como el papel de Armada (y sus reuniones) el enfrentamiento entre el Rey y Suárez, etc.
Pilar Urbano en la presentación del libro
¿Significa esto que lo indicado por Pilar Urbano es cierto? No necesariamente, es una teoría y explica algunas cuestiones vitales, es decir, tiene coherencia interna, pero lo que determina si la teoría es válida o no son las pruebas, y de momento ese es un aspecto que está siendo obviado alegremente.

Por un lado, la posición de la autora es bastante endeble en tanto que ha esperado a que sus fuentes principales estuvieran muertas, o incapacitadas, además la polémica con su biografía sobre la Reina no contribuye a aumentar la confianza, pues como recordarán la autora puso en boca de Doña Sofía opiniones polémicas que luego fueron desmentidas por la Casa Real, al final era la palabra de una contra la de otra, pero la sensación que dejó el episodio, y el hecho de que su libro actual se base en el mismo estilo, con el abuso de entrecomillados, acotando palabras y frases cuya autenticidad no es posible probar, demuestra, como poco, cierta torpeza, o pereza intelectual, por parte de la autora. Pilar Urbano debería haber recordado que en el periodismo sólo es (o debería ser) verdad lo que se puede demostrar, lo demás son fabulaciones.

Portada de su polémico libro sobre la Reina
Ahora bien, la reacción de la Casa Real y de las demás personalidades que han salido a replicar a la autora, están obviando ese mismo hecho y centran todas sus críticas en la falta de credibilidad de Pilar Urbano, algo que en realidad es completamente intrascendente, puesto que alguien puede mentir a diario y de repente decir un día la verdad, el hecho de que sea un mentiroso no hace que la verdad deje de serlo, aunque si que la hace más difícil de creer. Tampoco parece razonable la estrategia de culpar al Opus, (al que pertenece Pilar Urbano y que estaría muy descontento con el Rey) no porque no pueda ser cierta, sino porque tiene poco recorrido y utilidad.

En mi opinión deberían haberse centrado en demostrar, con pruebas, los supuestos errores y falsedades del libro, como política de comunicación me parece más práctica (aunque puedo estar muy equivocado). Sobre lo que no tengo ninguna duda es que la carga de la prueba recae sobre Pilar Urbano, al igual que en el libro sobre la Reina, y en este caso con más razón. Es ella quien debe demostrar aportando los documentos precisos que las personas que desfilan por su obra dijeron lo que ella afirma (las partes shakespearianas son especialmente difíciles de creer), si no puede hacerlo, deberá envainársela y pedir perdón. Hay acusaciones que nadie puede hacer impunemente. 

En tanto que eso no ocurra, seguiré centrándome en dos aspectos que la autora ni siquiera discute, que el Rey fue fundamental en el proceso de democratización (la nunca suficientemente ponderada Transición) y que detuvo el golpe, salvándonos de una involución que nos hubiera llevado décadas superar (si teníamos suerte)
El Rey durante su discurso la madrugada del 24 de febrero de 1981
Así que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, creo que es imprescindible la aprobación de una nueva Ley de Secretos Oficiales, que sustituya a la del 68 (hay que joderse) y que nos permita, transcurrido un tiempo prudencial, acceder a todos los documentos relativos a nuestra historia reciente y que ahora están clasificados como secretos de forma definitiva. Es la mejor forma de poner fin a estos debates, que dada la situación actual y la imposibilidad de acceder a las pruebas, resultan bastante estériles.