martes, 11 de marzo de 2014

11-M, UN RECUERDO Y UNA REFLEXION

Hoy se cumplen diez años de aquella mañana que cambió de forma radical nuestra historia, diez años de aquella hora que inundó nuestro corazón de miedo y desesperanza, diez años de aquel minuto que trastornó para siempre la vida de miles de personas anónimas que no habían hecho mal a nadie, diez años, en suma, de aquel segundo en que 192 vidas fueron segadas de forma inmisericorde. Diez años del 11-M.

Un momento de intenso dolor en el que como otras muchas veces los ciudadanos, la policía, los servicios médicos y los bomberos dieron lo mejor de sí. Respondieron con premura, con generosidad, con diligencia tratando de minimizar los daños causados por el cruel zarpazo de la bestia terrorista.

Lamentablemente el efecto no duró, la cercanía de las elecciones, la querencia de nuestros políticos por la agitación demagógica (ese insulto a la dignidad e inteligencia del ciudadano) y nuestra afición a actuar en todo dividiéndonos en banderías hizo que, tan sólo, un par de días después aquella unidad que nos había hecho ser mejores como nación, como ciudadanos (¿no recuerda Ud. las masivas manifestaciones contra ETA cuando el secuestro de Miguel Ángel Blanco?) y habíamos sustituido las únicas preocupaciones legítimas, ayudar a las víctimas y perseguir a los culpables, por un cruce de acusaciones, la mayoría de ellas, sencillamente falaces.

Diez años después la situación dista mucho de haber mejorado, la herida del 11-M sigue sangrando. Diez años después las actitudes y decisiones que tomamos en los días posteriores siguen determinando nuestro comportamiento, negándonos a aceptar que muchos, quizá todos, nos equivocamos. Puede que esta sea la razón por la que se ha tratado de extender un velo de silencio sobre el atentando, sus culpables, sus causas y sus consecuencias.

La petición que más habitualmente escuchamos a las víctimas del terrorismo se resume en un frase “Memoria, Dignidad y Justicia” y es aquí donde se encuentra nuestro fracaso más vergonzante porque no hemos cumplido ninguna de las tres.

¿Justicia? ¿Cuando nos negamos a seguir investigando lo ocurrido? Aún no sabemos quién organizó los atentados (ni otras cuestiones) al respecto solo hay teorías, y la mayoría carecen de base sólida. Ni siquiera sabemos quién puso las bombas en los trenes.

¿Dignidad? ¿Cuando hemos dividido a las víctimas en buenas y malas? ¿cuando a unas las reconocemos las más altas virtudes y a las otras las negamos incluso su dolor? O eres de Pedraza o de Manjón, y ésta es nuestra mayor vergüenza, puede que la culpa esté muy repartida (incluyendo a las propias asociaciones de víctimas) que la mayor parte corresponda a los políticos en general y a los gobiernos de José Luis Rodriguez Zapatero en particular, pero en esto todos tenemos responsabilidad, todos nos hemos sumado, en mayor o menor medida, a ese enfoque de la cuestión. Hemos enfocado las diferencias de criterio de las víctimas como si de un Barça-Madrid se tratara.

Y por último Memoria, en este aspecto es donde nuestro fracaso es mayor. Cada año se celebran homenajes, en días como hoy se suceden los actos oficiales, pero ni siquiera hemos sido capaces de organizar un acto unitario, hasta en esto estamos divididos, una acto con las víctimas buenas y otro con las malas ¿se puede ser más ruin? ¿Cómo podemos hablar de memoria si ignoramos intencionadamente una parte importante del dolor? ¿si nos negamos a examinar lo que hicimos, todos, durante aquellos trágicos momentos? ¿si cerramos los ojos ante los numerosos errores (no quiero pensar que alguno de ellos fuera otra cosa) que se cometieron antes durante y después de aquellos tres días de marzo que cambiaron España? Errores que, de repetirse, podrían permitir otro atentando similar.

El objetivo de los terroristas eramos todos y cada uno de nosotros, las víctimas ocuparon involuntariamente nuestro lugar, por eso deben ocupar un lugar de honor en nuestra sociedad, en nuestra política, esto no significa que tengan siempre razón, o que el Gobierno deba adaptar su política a las opiniones de las víctimas, desde luego que no. Pero el Gobierno, la sociedad, que ningunea a las víctimas recorre un oscuro camino, una senda que le aleja de la democracia, de la libertad, e incluso de la civilización.


Mi más cariñoso recuerdo para todas y cada una de las víctimas de este y cualquier otro terrorismo. Yo, como otros muchos ciudadanos, no os negaré jamás la Memoria, la Dignidad y la Justicia, es todo (y lo menos) lo que puedo hacer. Siéntanse libres de comentar.

1 comentario:

  1. Jamas podré olvidar el lugar, la hora, la compañía ni incluso lo que estaba hablando en el momento que me
    radiaron las primeras noticias... Pasa y pasan los años sin que la sensación de oportunidades perdidas y vergüenza dejen d incrementarse.

    Jorge Francisco Pérez

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