Hoy
voy a ser breve, espero, creo que los datos que conocemos hablan por
sí mismos, pero de todas maneras hay que ponerlos en perspectiva. He
aquí los datos:
- Las televisiones púbicas autonómicas, a excepción de las de Cataluña, tiene una deuda de más de 1.600 millones de euros, y recibieron en 2013 más de 880 millones de euros en subvenciones.
- La televisión pública catalana tenía una deuda de más de 1000 millones de euros que fue asumida por la Generalitat.
Estos
son las cifras a las que puede acceder cualquier ciudadano hoy mismo,
el día en el que el Tribunal Supremo ha dictaminado que el ERE de
Telemadrid es legal pero improcedente, es decir, tendrá que aumentar
las indemnizaciones pero sólo deberá readmitir a los miembros del
comité de empresa.
Evidentemente
a nadie le gusta quedarse sin trabajo, a nadie le debería alegrar (a
mi me deprime, escandaliza y ofende) que cientos de personas, o
incluso una sola, engrosen las ya de por sí hipertrofiadas listas
del paro, sin embargo, como digo, los datos hay que ponerlos en
perspectiva.
Una televisión pública, finalmente se reduce siempre a esto (pero sin Matías Prats) |
En un
país con seis millones de parados, un déficit del 7,1%, una deuda
que supera el 90% del PIB y unos impuestos que no hacen más que
subir no es lógico que un grupo de empresas públicas tengan las cifras
que he indicado más arriba. Máxime cuando la utilidad para los
ciudadanos es inexistente.
Sí,
inexistente, no hay ningún servicio que ofrezca una televisión (o
radio, o periódico) pública que no ofrezca una o varias cadenas
privadas, puede que al principio, hace 70 años, tuviera algún
sentido (que va a ser que no) pero ahora es sencillamente absurdo.
El gráfico se explica sólo (sacado de este blog) |
Entonces
porque ese afán por tener televisiones públicas, no sólo en las
autonomías, sino también en muchos municipios (algunos de los
cuales tienen unos datos económicos peores incluso que la media
nacional, por ejemplo, Jerez o Cádiz) obviamente por que es un medio
de propaganda. La única función de las televisiones públicas es
hablar bien del gobierno y criticar a la oposición, a veces se nota
más, a veces menos, pero eso no cambia nunca. Son mamporreros del
régimen, cajas de resonancia de las vacuas ideas de los distintos
gobiernos.
Y no es aceptable que en pleno siglo XXI, y más en la actual situación de crisis económica, tengamos que gastar ingentes cantidades de dinero público para que el gobierno se de pisto. Es indignante, ofensivo e inmoral. Y por lo tanto no lo podemos consentir, lo lamento mucho (de verdad) por los trabajadores, les queda el consuelo de que durante años han tenido trabajo, pero no es lícito que sus trabajos se mantengan a costa de nuestro esfuerzo, y por qué no decirlo, nuestro sufrimiento, sobre todo cuando a los ciudadanos su labor no nos aporta nada en absoluto.
Momento de mayor utilidad de una televisión pública |
Hay
que cerrar las televiones públicas, las radios públicas, poner fin
a la publicidad institucional, etc. hay que acabar con la propaganda
del gobierno, sea el que sea, porque es una amenaza para el
pluralismo, la democracia, y la libertad. Y encima nos sale muy cara.
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