Conste que mi intención
era hablar sobre el Debate sobre el Estado de la Nación pero, que
quieren que les diga, esto me ha parecido mucho más interesante, y
más real. A lo largo de las próximas entradas, seis en principio,
revisaremos algunas cuestiones sobre la situación en Ucrania y la
que se nos puede venir encima, o no. Comenzamos
La Guerra Fría se acabó,
todo el mundo lo sabe. El 25 de diciembre de 1991 la Unión Soviética
se disolvió y aquel largo (y peligrosísimo) conflicto finalizó con
la victoria del capitalismo, por incomparecencia del rival. Unos años
más tarde, en 1997 Boris Yeltsin anunció, para sorpresa de Clinton,
que los misiles nucleares rusos ya no apuntaban a los países de la
OTAN. La situación estaba clara ¿no?, como sería la cosa que
Francis Fukuyama se permitió anunciar el “fin de la Historia”,
pero si incluso en las películas los rusos ya no eran el enemigo,
ahora eran unos pobres e incompetentes (o pobres incompetentes, no lo
sé) a los que les robaban las bombas atómicas, para usarlas contra
los EEUU. Y, sin embargo, más de veinte años después de la
disolución de la URSS, los polvos de la Guerra Fría se están
convirtiendo en un peligroso cenagal.
Por supuesto me refiero a
la situación en Ucrania, que cada día se acerca un poco más al
precipicio del enfrentamiento bélico, bien en su faceta interna, o
bien en su versión internacional. Y ¿qué tiene que ver lo uno con
lo otro? se preguntará. Pues la verdad es que mucho y si no, vea,
vea.
Retrocedamos un poco en
el tiempo, en 1953, y tras la cruenta lucha por el poder que se
desató tras la muerte de Stalin, emerge como nuevo líder de la
Unión Soviética, y del comunismo internacional, Nikita Kruschev, un
genuino apparatchik, que lo mismo apoyaba enfervorecidamente las
purgas de Stalin que denunciaba su culto a la personalidad (cuando ya
estaba muerto y el propio Kruschev le había sucedido en el cargo).
Este hombre, difícil de clasificar, tomaría decisiones que tienen
una importancia extraordinaria en la génesis de la situación
actual.
Kruschev denuncia el culto a la personalidad de Stalin |
Si bien la familia de
Kruschev era de origen ruso, el había nacido en Kalinovka, una aldea
en la frontera entre Rusia y Ucrania y había desarrollado gran parte
de su carrera política en este país. Quizá por eso, o para
compensar el odio furibundo que Stalin sentía por los ucranianos, y
que le llevó a acometer uno de los peores genocidios de la historia,
el Holodomor (en el que el joven líder del partido Nikita participó
activamente y del que hablaremos en otra ocasión). Fuese por el
motivo que fuese en 1954 Kruschev se siente generoso y entrega a la
república ucraniana varias provincias rusas, entre ellas la
península de Crimea, donde se encuentra la base naval de Sebatopol,
sede de la armada rusa en el Mar Negro, y por lo tanto el
Mediterráneo. Esta decisión, extraña como poco, se encuentra una
parte importe del origen de los problemas actuales.
Distribución de la población según su lengua materna. |
La distribución que se aprecia en el mapa adjunto se repetirá cada vez que la población Ucraniana se enfrente a dos opciones polarizadas, ya sea un acuerdo comercial, una elección, o cualquier otra cosa. Mañana continuaremos con un repaso a lo que ha ocurrido en Ucrania desde su independencia.
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